30.8.10

B. FERNÁNDEZ MORENO - Le digo a un sauce

Sauce: en verdad te digo que me das compasión,
como si fuera un nido se te ve el corazón.

Tu pecho, verde y claro, no puede guardar nada:
te penetra hasta el fondo la primera mirada.

Cuando desciende el sol ¡oh sauce! a iluminarte,
te atraviesa como un puñal de parte a parte

y a través de tus ramas perezosas y bellas
filtra toda la noche con su millón de estrellas.

Aprende, sauce, de ese ciprés fúnebre y mudo,
grave como un secreto y prieto como un nudo.
En: Intermedio provinciano

B. FERNÁNDEZ MORENO - Ombú

Te yergues al extremo de la calle
tapando una porción del horizonte:
gigante, verdioscuro, todo hojas,
tú solo vales casi medio bosque.
Confusas y espinosas cinacinas
ocultan a mis ojos tus raigones
y eso que el ancho tronco se derrama
en un montón dormido de leones,
y si con algo puedo compararte
es con aquella nube que no corre.
Algunos chicos juegan a tu lado,
pasan detrás de ti autos veloces,
y cuando dentro de unas pocas horas
el crepúsculo gris todo lo borre,
parecerás, por negro y por redondo,
el núcleo originario de la noche.
En: Intermedio provinciano

B. FERNÁNEZ MORENO - Al pino de San Lorenzo

Pino de San Lorenzo que vi en una ocasión,
yo no puedo dejarte sin alguna canción.
A tu pie descansó José de San Martín,
ciego de sable corvo y sordo de clarín.
Pino de San Lorenzo, al borde del camino,
el árbol más hermoso, el más ilustre pino,
frescura, sombra, aroma, impulso, fuerza, aliento
para el futuro asalto del granito y el viento.
Sé que estabas guardado por encendidas rejas,
¡oh tus hojas tan nuevas y tus ramas tan viejas!
Y al fondo unos naranjos y cipreses agudos
más unos cuantos frailes macerados y haldudos.
Pino de San Lorenzo, te lo confieso ahora,
yo sentí la ascendente congoja del que llora,
la misma que sentían mujeres y varones
bajo la copa llena de sol y de gorriones.
Y dije: espera un poco que el recuerdo sea miel,
yo enredaré a su tronco inflexible laurel.
Pero al tratar de hacerlo veo que es otra cosa:
apenas si mis versos te mullen una rosa.
Que diga lo que pueda esta tinta vertida,
de las cómplices tapias, de la campana herida,
y del oro y del verde del removido llano,
y del cielo distante, y del río cercano.

En: Rama patriótica

BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO - Romance

Si con doblar la cabeza
bastara para acabar,
pues ya la habría doblado
como fruto al madurar.
Pero quiero que me dejen
bajo un ombú secular,
entre hojas secas y hormigas,
sol y viento y humedad.
Como si hubiera caído
allí, por casualidad.

En: Penumbra (1937-1939)

BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO - Nubes

¡Cómo pasan las nubes sobre tu cabecita!
¿Alcanzarán a verlas tus ojos azulados?
Ojalá seas siempre como ellas:
capaz de ir de uno en otro lado,
de contornearte en un millón de formas,
de vestir los colores más extraños,
de deshacerte en los agudos picos,
de perderte de vista de tan alto,
regar la tierra de menuda lluvia,
tronar soberbio, despedir el rayo...

También es bueno ser tronco de árbol,
recto, inmutable, pardo.

En: Los hijos (1919-1924)

Rafael Alberti - ¡A volar!

Leñador,
no tales el pino,
que un hogar
hay dormido
en su copa.

-Señora abubilla,
señor gorrión,
hermana mía calandria,
sobrina del ruiseñor;
ave sin cola,
martín-pescador,
parado y triste alcaraván:

¡a volar,
pajaritos,
al mar!

En: Marinero en tierra

ANTONIO MACHADO - A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo, en el hogar, mañana,
ardas, de alguna mísera caseta
al borde de un camino;
antes que te descuaje el torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Romildo Risso y Atahualpa Yupanqui - El aromo

Hay un aromo nacido
en la grieta de una piedra.
Parece que la rompió
pa' salir de adentro de ella.
Está en un alto pela'o,
no tiene ni un yuyo cerca,
Viéndolo solo y florido
Tuito el monte lo envidea.
Lo miran a la distancia
árboles y enredaderas,
diciéndose con rencor:
Pa uno solo, cuánta tierra.
En oro le ofrece al sol
pagar la luz que le presta.
Y como tiene de más,
puña'os por el suelo siembra.
Salud, plata y alegría,
tuito al aromo, la suebra
Asegún ven los demás
dende el lugar que lo observan.
Pero hay que dar y fijarse
como lo estruja la piedra.
Fijarse que es un martirio
la vida que le envidean.
En ese rajón, el árbol
nació por su mala estrella.
Y en vez de morirse triste
se hace flores de sus penas...
Como no tiene reparo,
todos los vientos le pegan.
Las heladas lo castigan
L'agua pasa y no se queda.
Ansina vive el aromo
sin que ninguno lo sepa.
Con su poquito de orgullo
porque es justo que lo tenga.
Pero con l'alma tan linda
que no le brota una queja.
Que en vez de morirse triste
se hace flores de sus penas.
¡Eso habrían de envidiarle
los otros, si lo supieran !

INCENDIOS Y BOSQUES

Estudian zonas de incendio y su influencia en la vegetación. Los bosques contribuyen decisivamente en la protección del ambiente, porque mantienen un equilibrio almacenando carbono a lo largo de su vida. Consecuencia del uso indiscriminado de la tierra con finalidad agropecuaria, el uso abusivo del fuego provoca el aumento de áreas de pastizales en detrimento de las áreas de bosques. Con el objetivo de detectar, caracterizar y prevenir este fenómeno, investigadores de la UNSE estudian mediante monitoreo satelital zonas de incendios y su relación con la vegetación nativa. El estudio ya está generando una base de datos fundamental para los organismos de control ambiental. (Universidad Nacional de Santiago del Estero, Facultad de Ciencias Forestales http://infouniversidades/ ) Cliquear título para artículo completo.

25.8.10

SILVIA DI LEO - Hay un tronco

Hay un tronco desolado
que espera
     en él veo
          la corteza
               los nudos
               las cicatrices
Alguna vez fue verde
        alguna vez fue brote
                alguna vez fue árbol
y hoy lo veo dormido mansamente
                sobre su origen
                            solo
                            esperando como yo
                                                la llama

En: Poesía

Descubren las causas de muerte del ciprés de la Patagonia

Al cabo de cinco años de estudios, dos investigadoras de la UNPSJB descubrieron los porqué sobre la mortalidad que sufren los bosques de Austrocedrus chilensis (ciprés de la cordillera). La sintomatología del mal se caracteriza por el amarillamiento del follaje; otros síntomas son la disminución del crecimiento y el deterioro de las raíces a causa de pudriciones generadas por hongos que se alimentan de materia vegetal en descomposición. A partir de imágenes satelitales se diseñaron mapas de ocurrencia y de riesgo, a fin de tomar las precauciones necesarias y evitar la desaparición de la especie.
Nota de Info-Unuiversidades. Cliquear sobre título para nota completa.

César Vallejo - Sauce

Lirismo de invierno, rumor de crespones,
cuando ya se acerca la pronta partida;
agoreras voces de tristes canciones
que en la tarde rezan una despedida.

Visión del entierro de mis ilusiones
en la propia tumba de mortal herida.
Caridad verónica de ignotas regiones,
donde a precio de éter se pierda la vida.

Cerca de la aurora partiré llorando;
y mientras mis años me vayan curvando,
curvará guadañas mi ruta veloz.

Y ante fríos óleos de luna muriente,
con timbres de aceros en tierra doliente,
clavarán los perros, aullando, un adiós!

En: Los heraldos negros

23.8.10

Nicolás Guillén - Palma sola

La palma que está en el patio,
nació sola;
creció sin que yo la viera,
creció sola;
bajo la luna y el sol,
vive sola.

Con su largo cuerpo fijo,
palma sola,
sola en el patio sellado,
siempre sola,
guardián del atardecer,
sueña sola.
La palma sola soñando,
palma sola,

que va libre por el viento,
libre y sola,
suelta de raíz y tierra,
suelta y sola,
cazadora de las nubes,
palma sola,
palma sola,
palma.

En:  El son entero

La vida secreta de las plantas

Profesor de Fisiología Vegetal en la UNCuyo e investigador del Conicet, Hernán Boccalandro estudia el sistema de percepción lumínica de las plantas. Está comprobado que los vegetales, lejos de ser ciegos, tienen en sus hojas y hasta la raíz, unas moléculas conocidas como fotorreceptores, "aptos para percibir colores, intensidad, dirección y duración de un estímulo lumínico". También se detectan entre sí cuando están cerca, anticipándose a una futura competencia por luz, es decir, que son "capaces de verse" y "elegir" el momento adecuado para florecer. En entrevista con InfoUniversidades, el especialista devela cómo funciona el sistema de visión en las plantas. Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Ciencias Agrarias. http://infouniversidades/ . Cliquear título para artículo completo.

21.8.10

de Octavio Paz

el árbol no es el nombre árbol, tampoco es una sensación de árbol...
los nombres, ya lo sabemos, están huecos...
apenas lo digo, las cosas se vacían y los nombres se llenan, ya no están huecos, son plétoras, son dadores, están henchidos de sangre, leche, semen, savia, están henchidos de minutos, horas, siglos...
las palabras
son los signos de inteligencia que el tiempo se hace a sí mismo
entonces
las cosas se mueren para que vivan los nombres: entre mis labios el árbol desaparece mientras lo digo y al desvanecerse aparece...
míralo allá, en la eminencia del terreno, opaco entre la masa opaca de los árboles...
irreal en su bruta realidad muda...
la realidad mas allá del lenguaje no es del todo realidad, realidad que no habla ni dice no es realidad

Octavio Paz: La higuera

En Mixcoac, pueblo de labios quemados, solo la higuera señalaba los cambios del año. La higuera, seis meses vestida de un sonoro vestido verde y los otros seis carbonizada ruina del sol del verano.

Encerrado en cuatro muros (al norte, el cristal del no saber, paisaje por inventar; al sur, la memoria cuarteada; al este, el espejo; al oeste, la cal y el canto del silencio) escribía mensajes sin respuesta, destruidos apenas firmados. Adolescencia feroz: el hombre que quiere ser, y que ya no cabe en ese cuerpo demasiado estrecho, estrangula al niño que somos. (Todavía, al cabo de los años, el que voy a ser, y que no será nunca, entra a saco en el que fui, arrasa mi estar, lo deshabita, malbarata riquezas, comercia con la Muerte.) Pero en ese tiempo la higuera llegaba hasta mi encierro y tocaba insistente los vidrios de la ventana, llamándome. Yo salía y penetraba en su centro: sopor visitado de pájaros, vibraciones de élitros, entrañas de fruto goteando plenitud.

En los días de calma la higuera era una petrificada carabela de jade, balanceándose imperceptiblemente, atada al muro negro, salpicado de verde por la marea de la primavera. Pero si soplaba el viento de marzo, se abría paso entre la luz y las nubes, hinchadas las verdes velas. Yo me trepaba a su punta y mi cabeza sobresalía entre las grandes hojas, picoteada de pájaros, coronada de vaticinios.

¡Leer mi destino en las líneas de la palma de una hoja de higuera! Te prometo luchas y un gran combate solitario contra un ser sin cuerpo. Te prometo una tarde de toros y una cornada y una ovación. Te prometo el coro de los amigos, la caída del tirano y el derrumbe del horizonte. Te prometo el destierro y el desierto, la sed y el rayo que parte en dos la roca: te prometo el chorro de agua. Te prometo la llaga y los labios, un cuerpo y una visión. Te prometo una flotilla navegando por un río turquesa, banderas y un pueblo libre a la orilla. Te prometo unos ojos inmensos, bajo cuya luz has de tenderte, árbol fatigado. Te prometo el hacha y el arado, la espiga y el canto, te prometo grandes nubes, canteras para el ojo, y un mundo por hacer.

Hoy la higuera golpea en mi puerta y me convida. ¿Debo coger el hacha o salir a bailar con esa loca?

En:  ¿Águila o sol?

19.8.10

NICOLÁS GUILLÉN - Ébano real

Te vi al pasar, una tarde,
ébano, y te saludé;
duro entre todos los troncos,
duro entre todos los troncos,
tu corazón recordé.

              Arará cuévano,
               arará sabalú.

-Ébano real, yo quiero un barco,
ébano real, de tu negra madera...
Ahora no puede ser,
espérate, amigo, espérate,
espérate a que me muera.

             Arará cuévano,
             arará sabalú.

-Ébano real, yo quiero un cofre,
ébano real, de tu negra madera...
Ahora no puede ser,
espérate, amigo, espérate,
espérate a que me muera.

          Arará cuévano,
          arará sabalú.

-Ebano real, yo quiero un techo,
ebano real, de tu negra madera...
Ahora no puede ser,
espérate, amigo, espérate,
espérate a que me muera.

        Arará cuévano,
        arará sabalú.

-Quiero una mesa cuadrada
y el asta de mi bandera;
quiero mi pesado lecho,
quiero mi lecho pesado,
ebano, de tu madera,
ay, de tu negra madera...
Ahora no puede ser,
espérate, amigo, espérate,
espérate a que me muera.

         Arará cuévano,
         arará sabalú.

Te vi al pasar, una tarde,
ébano, y te saludé:
duro entre todos los troncos,
duro entre todos los troncos,
tu corazón recordé.

En: El son entero

LUIS CERNUDA - Siete años

Ahora veo el almendro
tembloroso. Las ramas
perfumaban el aire
alrededor.

Y cerca
la madre un libro rotos
pedazos de mi vida
tibias cosas en donde
mi sueño reposaba.

Yo era entonces
muy niño todavía
pero sentí el amor
de lo perecedero
de lo que pasa y pasa
como pasó aquel día
debajo del almendro.

En: Palabras para Julia y otras canciones

JOSÉ PEDRONI - El árbol

Detrás de la revolución
vinieron los árboles,
las bellas palabras
del árabe.
En las lagunas, en el cielo,
se multiplicaron los ángeles.

Laprida trajo el sauce
que debía llorarlo.
Cobo, la conversación del viento
en el álamo.
El azahar
le dio su soplo al campo.
Entró en el templo
con la novia y el canto.
La amapola,
la vara del durazno.

Y fue el trigo y el pan,
el ciprés y la estrella,
la vid y el vino,
la alfalfa y la abeja.
Embriagada de hojas,
la oruga dio la seda.

Por el agua purpúrea
vino flotando el cedro.
Trajo el asta, la cuna,
la mesa del maestro.
El indio es en la orilla
el Adam del Bermejo.
Ése, de bronce, que olfatea el aire,
es Sarmiento.
 En: La hoja voladora

18.8.10

Ricardo Molinari - Elegía tercera

VII

En mi tierra el viento crece dentro de los árboles,
y la nostalgia corre por los campos dulcemente.

Y quizás, aun, te quiera como a muchos días,
al aire, a las nubes y a los pájaros que en el otoño
vuelan. Mi país me llena la boca
de una agria dulzura melancólica,
y miro sus cielos altos y sus árboles hermosos,
igual que una conquista. Y con ellos estoy cantando,
perdido, entre estas islas.

¡Oh, río, interminable tiempo!

En: Esta rosa oscura del aire

Mario Benedetti - De árbol a árbol

Los árboles
¿serán acaso solidarios?

¿digamos el castaño de los campos elíseos
con el quebracho de entre ríos
o los olivos de jaén
con los sauces de tacuarembó?

¿le avisará la encina de westfalia
al flaco alerce del tirol
que administre mejor su trementina?

y el caucho de pará
o el baobab en las márgenes del cuanza
¿provocarán al fin la verde angustia
de aquel ciprés de la mission dolores
que cabeceaba en frisco
california?

¿se sentirá el ombú en su pampa de rocío
casi un hermano de la ceiba antillana?

los de este parque o aquella floresta
¿se dirán copa a copa que el muérdago
otrora tan sagrado entre los galos
ahora es apenas un parásito
con chupadores corticales?

¿sabrán los cedros del líbano
y los caobos de corinto
que sus voraces enemigos
no son la palma de camagüey
ni el eucalipto de tasmania
sino el hacha tenaz del leñador
la sierra de las grandes madereras
el rayo como látigo en la noche?

En: Cotidianas